La década del 70 estuvo marcada por la violencia, donde desde el estado se ejerció el terrorismo hacia todas las organizaciones y particulares (más allá de los grupos armados) que tuvieran “otra versión” del mundo.
Dicho terrorismo comenzó con la Triple A de López Rega, tratando de “solucionar” la interna peronista. Pero la persecución y muerte fue más de allá de Montoneros, y de pronto todos los que fueran considerados opositores y subversivos estuvieron en la mira. El movimiento obrero organizado entró también cómo víctima de este Macartismo criollo.
El golpe del 24 de marzo se inscribe en esta coyuntura local pero dentro de un contexto internacional marcado por la Guerra Fría y la injerencia de EEUU en la política latinoamericana. Los sucesivos golpes Militares fueron avalados y/o fomentados por la potencia imperialista del norte. El plan de “reorganización nacional” de la dictadura aparte de secuestrar, torturar, violar, matar y de robar bebés, también vino a destruir el aparato productivo nacional.
El neoliberalismo se hizo presente con “achicar el estado es agrandar la nación” a través de la apertura de las importaciones, la privatización de empresas, el control de la prensa y la toma indiscriminada de deuda externa. Todo esto fue posible con la persecución y muerte de líderes obreros y jóvenes idealistas, que tenían una visión diferente del saqueo ejecutado por Videla y Martínez de Hoz.
No podemos dejar de mencionar las complicidades civiles, tanto de aquellos empresarios (incluidos los Macri y Clarín) que hicieron negocios con el Estado terrorista, como de la población que legitimó y encubrió los crímenes de la dictadura.
Una vez más, la burocracia sindical estuvo al servicio de la política represiva oficial, como en el caso de Gerardo Martínez, actual Secretario General de la UOCRA, cuyas relaciones con el dictador tucumano Roberto Gordillo fueron reveladas recientemente. Las consecuencias perduran en la actualidad: destrucción de la economía y por consiguiente del tejido social, pérdida del capital humano en el sistema productivo y 3 o 4 generaciones de pobres estructurales, mientras 30.000 familias siguen llorando a sus desaparecidos.
En tiempos en que aquellos civiles y empresarios están de parabienes con las políticas económicas neoliberales de Cambiemos, también asistimos al intento de salvaguardar a los genocidas: el 2X1 y la prisión domiciliaria a represores, sólo es posible con un presidente que está en la misma línea ideológica que los golpistas de antaño y que se benefició con las mismas políticas que ahora vuelve a implementar. Como complemento, se despliega una enorme campaña de criminalización de la protesta y la oposición, mientras se reprimen las luchas sociales y se persigue a los militantes, como en aquellas épocas.
Hoy, los obreros debemos movilizarnos, de a miles, por el derecho a luchar contra el saqueo jubilatorio, la reforma laboral, la demolición del salario y por las reivindicaciones de la mujer trabajadora. Ese derecho está amenazado por un gobierno y un régimen que procesa luchadores, como Ponce y Arakaki, que ordena el crimen contra los pueblos originarios y quienes los apoyan, como ocurriera con Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, que quiere meter al Ejército en la 'seguridad interior' siguiendo la línea de la ley antiterrorista sancionada por el kirchnerismo, que tuvo al represor Milani al frente de las Fuerzas Armadas.
Pero este 24 debe, también, marcar a fuego a los pseudo-opositores que, desde las gobernaciones, vuelcan todo el peso de sus Estados policiales contra el pueblo. La “doctrina Chocobar”, con la cual Patricia Bullrich reivindicó un crimen policial, fue replicada en Tucumán. Allí, los efectivos del gobernador peronista Manzur ultimaron a un chico de 11 años. Mientras tanto, la policía santacruceña de Alicia Kirchner pactaba con la Gendarmería de Macri la acción común contra la lucha de los mineros de Río Turbio.
El 24 debe ser de lucha contra los agravios represivos y sociales del gobierno. Pero, a la vez, independiente de quienes, diciéndose opositores, no vacilan en seguir el mismo camino desde las gobernaciones. La unidad de los trabajadores contra el ajuste y la represión que aplican el macrismo y los gobernadores es convocante de todos los que luchan, a lo largo y ancho del país, y prepara una salida propia de los trabajadores a este régimen de entrega, represión e impunidad.
Por ello, luchemos por Memoria, Verdad y Justicia. Nunca más a genocidas y neoliberales, ni por golpes ni por votos